La pastilla del día después, un intento más por igualarnos.

El derecho de la mujer a decidir cuándo quiere ser madre, el derecho de una nueva vida a conservarse y la desigualdad en la obtención de la conocida pastilla[1]. Enunciados que dan una idea general sobre lo que ha significado la masificación del tema.

El factor económico nuevamente influye en las decisiones que tomamos, la desigualdad entre ricos y pobres sigue siendo un tema trascendental, no lo niego. Pero, ¿puede llegar a ser una bandera de lucha, una razón básica y fundamental, a la hora de considerar el tema de la concepción de una nueva vida? Observo el comportamiento y las prioridades de un vasto grupo de mujeres que se jactan de ser modernas y productivas, y es como si quisieran posicionarse sobre el modelo masculino que ha imperado por largos años. Ella tiene su dinero, ella es exitosa, ella decide cuándo y si es que quiere tener hijos, considerando que si los tiene serán un impedimento para seguir con su carrera, oficio u otro labor. Porque, “todos saben” que la mujer es la más “afectada” al momento de dar a luz, los hombres pueden seguir su vida “normalmente”.

Es una especie de enojo, odio hacia lo que nos hace distintas, y no digo que la capacidad de tener hijos sea lo único que nos distingue, sino que simplemente hombres y mujeres somos diferentes. Vemos el mundo con filtros propios, y aunque la crianza y la socialización que se genera a través del desarrollo de un niño sea distinta según su sexo, la esencia biológica de cada cual saldrá a relucir de una u otra manera[2]. Basta de intentar igualarnos al género masculino, somos mujeres hay que asumirlo cono una categoría distinta llena de virtudes, completa y totalmente valorable por lo que es, no por lo potencialmente masculina que pueda llegar a ser.

La juventud actual, gracias a los miles de estímulos que recibe de los medios de comunicación, esta siendo condicionada y seducida para consumir productos materiales y valóricos, para seguir patrones de vida, modelos a comportamiento. Se van generando personas cada vez más precoces, que buscan satisfacer esos impulsos generados por la TV, de la forma más rápida posible. Sobre la tasa de embarazos adolescentes “El secretario general de la OIJ, Eugenio Ravinet, dijo que Latinoamérica es la única región del mundo que mantiene una línea ascendente en esta franja en comparación con los datos de 1970 […]”[3]

Cabe reflexionar sobre la libertad que tanto se reclama, frente a la decisión reproductiva[4]. Pues bien, la libertad de vivir la sexualidad esta presente, es patente hoy en día. El reconocimiento de distintas tendencias sexuales es cada vez un tema menos tabú y más abierto. Sin embargo, la libertad tiene consecuencias. Pienso, observando a mi alrededor, que las personas de hoy en día no comprenden que para ser libres tienen que enfrentarse a todo lo que implica vivir esta libertad. Si el mantener una relación sexual sin protección y arrepentirse al día siguiente-dejando de lado temas como la violación o agresiones-tomando una pastilla, es libertad, creo que ese sublime ideal está siendo destruido por individualismo egoísta.

No pretendo imponer un tipo de moral, sólo me interesa darle una vuelta al tema. Donde el objetivo es dar cuenta del otro lado de una lucha por la libertad de decidir sobre el cuerpo. La idea es controlar y planificar la natalidad, no evitarla desesperadamente con métodos de emergencia, que suplen una carencia mayor.

Abogo por el autoconocimiento, abogo por la conciencia, la educación sexual efectiva y el cultivo de valores que permitan tomar decisiones informadas y pensadas respecto al tema sexual. Que el instinto no supere a la razón, ¡conócete y decide! ¡Controla y planifica!, que la vida es algo delicado, y tu cuerpo guarda el secreto de generarla y mantenerla.